SINOPSIS

Película no recomendada a menores de 16 años.
En 1969, en la América rural, los cuatro jóvenes hermanos Jack (George MacKay), Billy (Charlie Heaton), Jane (Mia Goth) y el pequeño Sam (Matthew Stagg) llegan a Marrowbone junto a su madre Rose (Nicola Harrison). Escaparon de Inglaterra con el objetivo de dejar atrás a su padre, un hombre violento y con pasado criminal. Ahora, en aquella casa abandonada, esperan iniciar una nueva vida, partiendo de cero en ese lugar en el que nadie les conoce.

Muy pronto entablan amistad con Allie (Anya Taylor-Joy), una joven local que lleva luz a sus deprimentes vidas. Pero cuando Rose fallece de manera inesperada, los chicos se quedan desamparados y sin recursos. Tras enterrar a su madre en el jardín, deciden mantener su muerte en secreto para evitar ser deportados o separados. De esta forma tendrán que intentar sobrevivir sin la ayuda o supervisión de un adulto, escondiéndose del mundo y sin otro lugar adonde ir. Será entonces cuando una inquietante y amenazadora presencia empezará a rondar la vieja casa.

Sergio G. Sánchez (guionista de Lo imposible) escribe y dirige este thriller, que cuenta con J.A. Bayona (Un monstruo viene a verme, El orfanato) en la producción. En el reparto principal encontramos a George MacKay (Captain Fantastic), Anya Taylor-Joy (Múltiple), Charlie Heaton (Stranger Things), Nicola Harrison (Control), Mia Goth (La cura del bienestar), Matthew Stagg (Guerra y paz) y Tom Fisher (El sueño de Casandra).


Debut en la dirección del guionista habitual de J. A. Bayona (productor ejecutivo aquí), Sergio G. Sánchez, El secreto de Marrowbone responde a la perfección al personal universo del autor y del reflejo que sus historias han tenido al ser llevadas a la pantalla por el autor de Un monstruo viene a verme está todo el rato presente en este nuevo cuento gótico con un caserón abandonado, casi en ruinas, un mausoleo en el que una familia (pronto solamente unos adolecentes y un niño) busca refugio. Refugio y santuario frente al Mal, no por nada maliciosamente personificado en la figura del padre ausente, algo que más que relacionar (que lo está y Sánchez jamás lo oculta) el film con la obra maestra de Jack Clayton A las nueve cada noche (donde también hay una madre, una Wendy de Peter Pan muerta, otro referente en la obra del director y guionista) se permite una maliciosa (freudiana) conexión con el opus de Steven Spielberg. 
Una ciudad norteamericana costera que se asemeja más esa Inglaterra de la que los personajes huyen y que a ratos recuerda a la telefílmica Something evil del autor de Encuentros en la tercera fase o a su reformulación posterior: Poltergeist. Historia más cerca del relato endogámico y cruel (aunque poderosamente poético y emotivo) del cine de Curtis Harrington que del de autores de la Hammer. Un Flores en el ático (ese renacer literario y best seller de lo gótico y negro a cargo de V. C. Andrews) que va introduciendo en lo realista una sospecha de fuga hacia lo irreal, lo imaginario. Tal vez que al final haya una suerte de lucha entre ambos mundos, algo que surge al mismo instante que un twist argumental que se revela tan innecesario como finalmente coherente con la obra de Sergio G. Sánchez, le reste poder y fuerza a una historia sombría donde, de nuevo, los adultos son los monstruos de los niños y donde la infancia parece más una cuestión de supervivencia entre horrores que algo bucólico. Todo muy Bayona, por otra parte. 
Discusiones aparte, la factura de El secreto de Marrowbone es de una absoluta brillantez, tanto como la manera de planificar secuencias, de definir a sus personajes y de hacer de la sugerencia (también cuando se deja llevar por el golpe de efecto) su mejor arma
A favor: Cómo juega con la atmósfera gótica siempre malsana. 
En contra: Cuando se pone innecesariamente Shyamalan.


SINOPSIS

Película no recomendada a menores de 12 años.
Han pasado 30 años desde los acontecimientos ocurridos en Blade Runner (1982). El agente K (Ryan Gosling), un 'blade runner' caza-Replicantes del Departamento de Policía de Los Ángeles, descubre un secreto que ha estado enterrado durante mucho tiempo y que tiene el potencial de llevar a la sociedad al caos. Su investigación le conducirá a la búsqueda del legendario Rick Deckard (Harrison Ford), un antiguo blade runner en paradero desconocido, que lleva desaparecido 30 años. 

Denis Villeneuve (Sicario, La llegada) dirige esta nueva historia inspirada en la obra clásica de ciencia ficción de Philip K. Dick, que cuenta con Ridley Scott como productor ejecutivo, y que han coescrito los guionistas Michael Green (Alien: Covenant, Logan) y Hampton Fancher (The Minus Man, A espaldas de la ley), autor del guión de la película original. El reparto de actores está compuesto por Ryan Gosling (La ciudad de las estrellas. La La Land, La gran apuesta), Ana de Armas (Toc Toc, Por un puñado de besos), Jared Leto (Escuadrón suicida, Dallas Buyers Club), Robin Wright (House of Cards, Dos madres perfectas), Dave Bautista (Spectre, Guardianes de la galaxia), Mackenzie Davis (Black Mirror, Halt and Catch Fire) y Harrison Ford (Star Wars: Episodio VII - El despertar de la Fuerza, Los mercenarios 3) que retoma su papel como Rick Deckard.

No me quiero enrollar así que déjenme ir al grano: Blade Runner 2049 se aleja (radicalmente) de todas las (innumerables) secuelas (remakes, etc) que Hollywood produce (en cascada) erigiéndose como un film totémico, capaz de defenderse por sí solo sin problema y resistiendo todas las comparaciones que se quiera con la película de Ridley Scott de 1982. Denis Villeneuve, que ya se ganó el respeto de todo el mundo el año pasado con La llegada (2016), ha sabido darle la vuelta a lo que era, básicamente, un encargo de una major para convertirlo -junto a Z, la ciudad perdida (2016) y Dunkerque (2017)- en una de las mejores películas del año. ¿Las razones? Para mí, claras. Es tan potente la construcción narrativa que impone Villeneuve -apoyado en una luz de otro mundo (literal) obra de Roger Deakins- que desde el minuto cero de la cinta, y hasta su término 163 minutos después, uno no deja de estar subyugado por la brutalidad y belleza extática de unas imágenes (en IMAX) que, prácticamente, reformulan la ciencia-ficción contemporánea demostrando que el cine de autor y el blockbuster no siempre son términos antagónicos (otro gran ejemplo sería George Miller y su Mad Max: Furia en la carretera (2015)). 
No voy a entrar en el argumento -que he encontrado profundamente triste- por aquello de no destripar la película antes de que el espectador la disfrute desde la absoluta virginidad (fílmica). Pero sí se puede decir que Blade Runner 2049, nos lleva de regreso a un futuro distópico donde replicantes de nueva y vieja generación -los últimos modelos serían los obedientes, por decir algo- conviven con los humanos en un mundo cada vez más hostil y decadente, como un cementerio de elefantes de última generación. Heredando parte del imaginario de Ridley Scott -coches voladores, pantallas gigantes-, así como el pesar metafísico de las I.A. ante su propia autoconciencia, digamos, mecánica -algo que aquí se amplia al mundo de los hologramas: uno de los grandes hits de la cinta-, la película toma como macguffin la pesquisas de un Blade Runner (Ryan Gosling) tratando de atrapar a un replicante desconocido para someternos a un ensueño (no exento de pesadillas) noir de tiempos alargados y alto nivel abstractivo. El espectador avezado me entenderá cuando diga que estamos más cerca de Stalker (1979) de Andrei Tarkovski o de Lemmy contra Alphaville (1965) de Jean-Luc Godard que de cualquier otra distopía fantástica contemporánea -Rupert Sanders se tiene que estar dando cabezazos contra la pared-. 
Las imponentes imágenes creadas por Villeneuve y Deakins transcurren, casi, a cámara lenta aplastadas por la música electro-wagneriana de Hans Zimmer. La acción es algo prácticamente anecdótico y siempre queda en segundo plano ahogada por el contexto -la secuencia en el Hotel de Las Vegas con glitches clásicos en loop es de ovación- o por la transgresión dramática a la que se someten los protagonistas. De hecho, la impronta estética es tan epatante que acaba por devorar hasta los propios peones-personajes: quizás la única capaz de salirse de la norma con su maravillosa mezcla de fragilidad y crueldad fuera de norma sea el personaje de Luv (Sylvia Hoeks). La hipnosis plástica tejida fotograma a fotograma -si se puede hablar así en los tiempos del digital- sumada a la paranoia de identidades que bañan la película hace que esta se enrarezca (para bien) y nos haga pasar como creíbles situaciones de lo más delirante -aquí el personaje de Jared Letto, Niander Wallace, el hacedor de hacedores, se llevaría la palma como lo más extremo de la cinta-. Máquinas que dicen ser más humanas que los humanos, humanos que rallan la xenofobia frente a las propias máquinas, un Mesías-replicante empático como motor de la revolución, replicantes tan o más románticos que el Roy Batty de Rutger Hauer... no toda la filosofía de Blade Runner 2049 calará con idéntica fuerza, pero ésta es una de esas películas donde la suma de las mejores partes sí dan una enorme obra cinematográfica. Ojalá el público tenga paciencia ante los ritmos letárgicos de Villeneuve y devore esta cinta como se merece. 
A favor: El sexo a cuatro manos. 
En contra: Que el metraje asuste a los espectadores.


SINOPSIS

Película no recomendada a menores de 16 años.
Década de los 50. Algunos años después de que Samuel Mullins (Anthony LaPaglia), un fabricante de muñecas, y su mujer Esther (Miranda Otto) perdieran a su hija de siete años en un dramático accidente de coche, el matrimonio decide convertir su hogar en un orfanato. En su casa en mitad del campo, Samuel y Esther acogen a la hermana Charlotte (Stephanie Stigman) y a varias niñas huérfanas procedentes de un orfanato que acaba de ser clausurado. Muy pronto, una de las niñas desencadenará involuntariamente la fuerza maligna que posee una misteriosa muñeca y se convertirán en el blanco de esta diabólica criatura de nombre Annabelle. 

Secuela de la película Annabelle (2014), también producida por James Wan y Peter Safran, que cuenta nuevamente con Gary Dauberman (Wolves at the Door) como guionista. David F. Sandberg (Nunca apagues la luz) dirige esta nueva entrega sobre Annabelle, el aterrador juguete vintage que hace la vida imposible a sus dueños. Los actores protagonistas del filme son Miranda Otto (Homeland, Deuda de honor), Stephanie Sigman (Narcos, Spectre 007), Alicia Vela-Bailey (Agentes de SHIELD, The purge: La noche de las bestias), y Anthony LaPaglia (Soltera a los 40, Sin rastro).

Corren buenos tiempos para el terror mainstream de calidad. Y es que tras el estreno de It y la llegada ahora de Annabelle: Creation, queda claro que el terror comercial también puede ser muy bruto y funcionar bien en taquilla. Escrita por el mismo co-guionista de la adaptación de la novela de Stephen King que está superando toda clase de récords de recaudación, esta precuela de la simpática Annabelle (una película mejor de lo que se dijo en su momento), comparte muchas cosas con el payaso Pennywise y el Club de los Perdedores: aquí también hay unos adolescentes en peligro, y la parte sobrenatural se utiliza inteligentemente como metáfora para explicar los miedos que afronta un grupo de huérfanas y la monja que las cuida al llegar a una aislada casa en la América Profunda. Es más, la cinta de David F. Sandberg –autor de la resultona Nunca apagues la luz- combina con elegancia su condición de tren de la bruja y su faceta alegórica, algo que la convierte, sin duda, en una de las mejores películas de género del año. 

Ojalá todo el terror que se hace con presupuestos holgados fuera así. Sandberg brilla como sabio planificador de inquietantes set pieces de horror–James Wan produce y se nota su consejo-, y muy pocas veces echa mano de esos jump scares tan bruscos que suelen afear una buena atmosfera creada con paciencia gracias a sabios movimientos de cámara. La concienzuda presentación de todas las estancias de la casa donde luego tendrá lugar la acción, imágenes poderosísimas como la de la niña enfrentándose a la amenaza diabólica con una pistola de juguete, el guiño leído a La oscura noche del espantapájaros –referencia clarísima del nuevo filme de Sandberg-, o el uso magistral que hace del miedo atávico a la oscuridad, convierten esta precuela en un triunfo absoluto. Ahora bien, esta nueva Annabelle también funciona cuando se desmelena y relaja su discurso, y es que sus últimos 25 minutos son una auténtica montaña rusa que apuesta por la verbena sin perder savoir faire y pegada. 
Como historia de orígenes de un monstruo, la muñeca Annabelle que vimos en Expediente Warren: The Conjuringes modélica y no defrauda. Y con el breve cameo de la monja demoníaca de Expediente Warren: El caso Enfield, próximo spin-off de la saga, confirma que el universo expandido de la franquicia The Conjuring promete dar muchas alegrías a los fans del cine de sustos. 
A favor: La clase que aporta al terror festivo. 
En contra: Que su condición de precuela genere injustos prejuicios sobre su calidad.


SINOPSIS

Películas para niños a partir de 6 años
¡Tadeo Jones de nuevo en acción! En esta segunda entrega de las aventuras del albañil convertido a arqueólogo viajaremos hasta Las Vegas. Allí acudirá el intrépido protagonista, que ha decidido formalizar su vocación y comenzar sus estudios en la universidad, para la presentación del último descubrimiento de la arqueóloga Sara Lavroff: uno de los tres discosde oro del collar del Rey Midas, el monarca que convertía todo lo que tocaba en oro, confirmando de esta manera que existe de verdad. 

Por desgracia este feliz reencuentro se verá frustrado cuando un malvado ricachón llamado Jack Rackham secuestre con ayuda de sus secuaces a Sara, con el objetivo de hacerse con la reliquia al completo y conseguir así riquezas infinitas. Será entonces cuando Tadeo emprenderá una arriesgada aventura por distintos lugares para evitarlo y recatar a su amiga. Junto a sus fieles compañeros el loro Belzoni y su perro Jeff, Tadeo tendrá que echar mano de su ingenio para ayudar a Sara, en un viaje que le llevará por medio mundo y en el que visitará Granada. Además, en él encontrará nuevos amigos… y nuevos villanos. ¿Conseguirá salvar a Sara y evitar que el villano se haga con el poder? 

Enrique Gato (Atrapa la bandera) vuelve a dirigir esta segunda parte de la película de animación Las Aventuras de Tadeo Jones (2012), esta vez junto a David Alonso (animador de Planet 51). El reparto de voces está de nuevo compuesto por el actor de doblaje Óscar Barberán como Tadeo Jones, Michelle Jenner (Julieta) como Sara Lavrof y Luis Posada (Dixie y la rebelión zombi) como la Momia. Se incorporan además Adriana Ugarte (Palmeras en la nieve), que pone voz a Tiffany, y José Corbacho (El futuro ya no es lo que era) como un curioso taxista

Cuando en 2001 Enrique Gato dio luz a Tadeo Jones apenas debió imaginar el trabajo (y el éxito) que el personaje le brindaría: un cortometraje (2004) que dio la vuelta al mundo; un segundo cortometraje, Tadeo Jones y el sótano maldito; un primer largo de animación (2013), galardonado con tres Premios Goya; y ahora una secuela que expande las aventuras del albañil y arqueólogo hacia nuevos territorios. Y no sólo porque Tadeo Jones 2: El secreto del Rey Midas nos lleva de Las Vegas a Granada y ade ahí a Turquía, sino porque, tras arrasar la primera entrega en la taquilla global, esta nueva entrega aparece con todos los elementos para ir en busca del crowd-pleasing de los principales box-office del mundo. 

Junto a David Alonso en las tareas de dirección, Enrique Gato y su equipo de Lightbox han perfeccionado la técnica de animación con respecto al anterior ejercicio y hay un salto cualitativo en la gestualidad de los personajes, de Tadeo a su fiel perro Jeff, pero sobre todo Momia. Quien apareciera en calidad de cameo estelar en la película previa se convierte aquí en un secundario de lujo que roba buena parte de las escenas a los protagonistas y se atreve con disfrazarse de flamenca en una persecución à la Bullit por las callejuelas del albaicín granadino. Todo el set-piece en la ciudad andaluza tiene un ritmo endiablado y, de hecho, es la secuencia cénit del largometraje, porque a partir de ahí la historia va perdiendo fuelle incluso hasta su desenlace; un descenso rítmico que ni la amistad entre Momia y Tadeo y el ánimo de buddy movie del filme consiguen solventar. 
A favor: El salto sustancial en la caracterización de los protagonistas. 
En contra: El abanico de tópicos españoles que despliega la película en la secuencia granadina.

SINOPSIS

Película no recomendada a menores de 16 años.
Mitch Rapp (Dylan O'Brien) es un joven universitario convertido en un mercenario sediento de venganza tras el asesinato de su novia a manos de una célula terrorista. Convertido en recluta de operaciones encubiertas de un grupo de elite de la CIA, quedará bajo el mando de Stan Hurley (Michael Keaton), un veterano de la Guerra Fría que le instruirá y será su mentor. Cuando la Directora Adjunta de la CIA, Irene Kennedy (Sanaa Lathan), les dé la misión de investigar una ola de ataques aparentemente aleatorios a objetivos militares y civiles, ambos descubrirán un misterioso operativo que intenta empezar una Guerra Mundial en Oriente Medio.

Este thriller es una adaptación cinematográfica de la novela homónima de Vince Flynn y está dirigido por Michael Cuesta (Matar al mensajero). Su reparto protagonista está formado por Michael Keaton (Spider-Man: Homecoming), Dylan O'Brien (El corredor del laberinto: La cura mortal), Taylor Kitsch (El único superviviente), Scott Adkins (Savage Dog) y Sanaa Lathan (Rumbo a lo desconocido), entre otros.


Basada en un best seller que confieso no haber leído, pero que a tenor de su adaptación a la gran pantalla parece reverdecer la estética y la ética del puro pulp conspiranoico de Frederick Forsyth, lo primero que nos deja bien claro American Assassin es que la corrección política no solamente ha herido de muerte a la comedia, sino asimismo al thriller. Vayamos por partes y comenzando por este reproche, inevitable reproche en unos tiempos de extremismos y de querer no ofender a nadie. La película no quiere resultar incómoda para nadie. El enemigo acaba siendo el mismo sistema estadounidense (no todo, claro) pero la mala conciencia al satanizar al terrorismo islámico (al que se le da caña sin ningún tipo de problema) le hace buscar ese personaje un poco postizo en la persona de la agente turca que colabora en la detención de ese elemento desequilibrado (el enésimo patriota mal entendido, mucho más interesante y equívoco de lo que aparenta; acaso en la novela quede mejor explicado, igual sí, lo desconozco). 
American Assassin (y el título no es solamente un spoiler sino una declaración de principios políticamente correcta) no quiere nunca parecerse a esa tónica Fox (la cadena televisiva de marcado tono conservador y pro Donald Trump) de míticas teleseries como 24 o su hermana más ambigua Homeland (Michael Cuesta, el director de la película está bastante ligado a la serie de Claire Danes). Quiere ser equidistante (término demonizado en, por ejemplo, el reciente conflicto catalán), imparcial, pero eso es imposible. Cuando de verdad es un auténtico disfrute el film es cuando se olvida de la moral, de la ética yde la política y se entrega sin remordimientos al puro y duro thriller con el terrorismo de fondo. Es en esos, brillantes, instantes en los que el referente es un título tan desacomplejado (y liberal pese a que se le acusa actualmente –por los meapilas fascistas de costumbre- de pro sionista) como el setentero Domingo negro de John Frankenheimer donde American Assassin se disfruta y se teme. Esa nación de unabombers, de estrategias opacas y de banderas que envuelven el terror. Esos Estados Unidos como campo de prueba de una acción total en el ajedrez de Oriente Medio. A pesar de perder algo de fuelle en sus explicativos epílogos, queda en este film trepidante y frío como el buen cine de los 70, una notable muestra de acción con trastienda. 
A favor: Su aplicada y modélica manera de jugar con acción y suspense. 
En contra: Se ve en la obligación innecesaria de justificarlo todo.


SINOPSIS

Películas para niños a partir de 6 años
Los Yo-Kai son unos seres de la tradición japonesa que solo pueden ser vistos por los humanos gracias a un reloj muy especial. Un día Nate -un niño humano- despierta sin su reloj y él junto a sus amigos Yo-Kai, Jibanyan y Whisper tendrán que volver al pasado para recuperarlo. En su viaje, tendrán que inventar el primer reloj especial y a acabar con el conflicto existente entre los Yo-Kai y los humanos. 

La película la dirige el japonés Shigeharu Takahashi, responsable de las series de televisión Peach Girl y Sairento mebiusu.



SINOPSIS

Película no recomendada a menores de 12 años.
Tree Gelbman (Jessica Rothe) es una estudiante universitaria que debe revivir el día de su asesinato una y otra vez. Este bucle infinito solo terminará cuando la joven descubra la identidad de su asesino. En esta terrible misión, la estudiante estará acompañada por su amigo Carter (Israel Broussard). Claro que, conforme pasa el tiempo y van sucediéndose sus propias muertes, la psicología de Tree irá haciéndose más y más compleja.

Este filme de terror lo dirige Christopher Landon, responsable de los guiones de cuatro películas de Paranormal Activity. El reparto protagonista está formado por Jessica Rothe (La ciudad de las estrellas - La La Land), Israel Broussard (Fear the Walking Dead), Charles Aitken (The Knick) y Ruby Modine (Central Park).

De entre todos los desbarajustes temporales que puedan darse en una película, probablemente el más sencillo de recrear, y más agradecido, es el de obligar a los personajes a revivir un mismo momento de forma indefinida. Cuando se estrenó Atrapado en el tiempo en 1993, dicho film parecía haber dado con una fórmula única, poco susceptible de ser reformulada sin rozar el plagio; era dificilísimo no caer en problemas de ritmo sino eras Atrapado en el tiempo, y ni siquiera Atrapado en el tiempo se había conseguido librar totalmente de ellos. La cosa pintaba mal, pero al mismo tiempo tenía un potencial demasiado jugoso, que Feliz día de tu muerte pretende administrar sin temor alguno. 
En ese sentido, no debemos tachar de perezosos a los guionistas Scott Lobdell y Christopher Landon quien, después de vincularse durante años con la saga Paranormal Activity, aquí se encarga también de dirigir funcionalmente. El secreto, como demostraron posteriormente films tales como Código Fuente Al filo del mañana, estriba en llevar estos mecanismos a un género concreto, que sepa asimilarlos y ofrecer un producto más o menos novedoso. Duncan Jones y Doug Liman atinaron al mezclar ‘thriller’ y ciencia ficción, pero Landon y Lobdell no se han podido limitar a llevárselo al campo del terror. Feliz día de tu muerte tiene un poco de todo, y aunque no todo está bien, es el estimulante entretenimiento que es gracias a esta alocada ambición. 
Tree (Jessica Rothe, desbordando un carisma insospechado) es una universitaria asidua a fraternidades y excesos alcohólicos que, el mismo día de su cumpleaños, es asesinada. O eso parece. Una milésima de segundo después, despierta en la misma cama que la amaneció el día anterior, y vuelve a ser su cumpleaños, y ahora sabe lo que ocurrirá. Así pues, ayudada esporádicamente por Carter (Israel Broussard), tratará de resolver su propio asesinato y, justo cuando empieza a desarrollar la investigación… veremos que los guionistas no están demasiado interesados en ella. 
Y es que Feliz día de tu muerte no quiere en ningún momento ser un ‘thriller’ de misterio, sino que prefiere regodearse en toscas set pièces de terror que sólo inquietarán mínimamente a quien no sea asiduo, y en darle vueltas a la idea de una final girl que no puede morir pese a no parar de hacerlo. No es para nada una decisión despreciable, y de hecho sólo puede llegar a molestar mediante la sucesión de giros —a cada cual más meh— del tercer acto, pero habrá a quien le escame esta juguetona intrascendencia, que encuentra su mejor símbolo en la careta de bebé del asesino. Una que ha llegado a focalizar carteles porque sí que da algo de cague, pero una cuya sonrisa también transmite un elocuente “A mí no me vengáis con movidas”. 
Así sucede que Feliz día de tu muerte funciona en todo momento, qué le vamos a hacer, gracias tanto a una mezcla de géneros equilibradísima —la propia de elementos diseñados para no funcionar jamás por sí solos—, como a un castillo de fuegos artificiales que casi nunca dejan ver las costuras. El momento en el que no lo consiguen, por lo demás, es el mismo momento en el que descubrimos que la identidad del asesino nunca nos importó un carajo. 
A favor: Quien no se divierta es porque no quiere. 
En contra: Unos cansinísimos efectos de sonido fortaleciendo los sustos.


SINOPSIS

Después del sacrificio realizado por Superman (Henry Cavill), la perspectiva de Bruce Wayne (Ben Affleck), nombre tras el que se oculta la ideantidad secreta de Batman, cambia radicalmente. Impulsado por una restaurada fe en la humanidad, e inspirado por el acto desinteresado del Hombre de Acero, Wayne reevalúa sus métodos extremos y decide reclutar a nuevos aliados con habilidades extraordinarias. Su objetivo es crear La Liga de la Justicia: un equipo de superhéroes que luchen contra el crimen y que defiendan la Tierra de todos los tipos de amenaza.

Con la ayuda de Diana Prince (Gal Gadot), más conocida como Wonder Woman, Wayne sigue cibernéticamente a una antigua estrella del fútbol llamada Vic Stone (Ray Fisher), cuya identidad secreta es Cyborg. También sumará a la causa al guerrero rey atlante Aquaman (Jason Momoa) y a un joven y veloz corredor, The Flash (Ezra Miller). Juntos deberán hacer frente a un poderoso adversario, Steppenwolf (Ciarán Hinds), un general del planeta Apokolips Darkseid. Pero, ¿será este el único villano contra el que combatirán?

Para esta esperada reunión de los superhéroes más icónicos de DC, repite como director Zack Snyder (Batman v. Superman: El amanecer de la justicia, El hombre de acero) y Chris Terrio (Argo) como guionista. La película está protagonizada por Ben Affleck (Vivir de noche, El contable), Gal Gadot (Triple 9, Fast & Furious 7), Ezra Miller (Animales fantásticos y dónde encontrarlos, Escuadrón Suicida), Jason Momoa (Juego de tronos, Conan el Bárbaro), Ray Fisher (Batman v Superman: El amanecer de la justicia, The Astronaut Wives Club) y Ciarán Hinds (Silencio, El topo).



SINOPSIS Película no recomendada a menores de 7 años Asgard se encuentra en manos de una poderosa amenaza, la despiadada y todopoderosa Hela (Cate Blanchett), que ha robado el trono y ha encarcelado a Thor (Chris Hemsworth), enviándole como prisionero hasta el otro extremo de la galaxia. Sin su martillo, el mítico y poderoso Mjölnir, el Dios del Trueno se encontrará a sí mismo en una carrera contra el tiempo. En el planeta Sakaar, Thor tendrá que luchar por su vida como un gladiador. Para escapar de su cautiverio, Thor tendrá que resultar vencedor en una competición alienígena, y derrotar a su antiguo aliado y amigo Vengador El increíble Hulk (Mark Ruffalo). Pero, por alguna misteriosa razón, Hulk no recuerda a su compañero Vengador. Claro que, por encima de todo, el objetivo del Dios del trueno será volver a Asgard y parar el Ragnarok, un ciclo de vida y muerte sin fin que podría significar la destrucción total e inminente de la civilización asgardiana. Esta tercera entrega de la saga Thor de Marvel la dirige Taika Waititi (Lo que hacemos en las sombras, Boy). Sus protagonistas son Chris Hemsworth (Cazafantasmas, Las crónicas de Blancanieves: El Cazador y la Reina del Hielo) como el Dios del Trueno, Mark Ruffalo (Ahora me ves 2, Spotlight) como Bruce Banner/Hulk, Tom Hiddleston (El infiltrado, High-Rise) como Loki, Cate Blanchett (Carol, Blue Jasmine) como Hela, Benedict Cumberbatch (Sherlock, 12 años de esclavitud) como Dr. Stephen Strange, Idris Elba (Caza al asesino, Mandela: del mito al hombre) como Heimdall, Tessa Thompson (Creed: La leyenda de Rocky, Selma) como Valquiria, Jeff Goldblum (Independence Day: Contraataque, Mortdecai) como Grandmaster, Karl Urban (Peter y el dragón, Star Trek: Más allá) como Skurge y Anthony Hopkins (Westworld, Noé) como Odin.



No hacía falta que llegara Thor: Ragnarok para confirmarlo pero sí me resulta interesante decirlo: el giro de Marvel (UCM) hacia la comedia es un hecho. Y también algo que, visto lo visto, es digno de celebrar. Si bien siempre ha habido sentido del humor en sus producciones –ya desde sus primeros títulos: Iron Man (2008), Los Vengadores (2012)- es ahora cuando más se está notando que, la acción espectacular y la épica híper-musculada, entra mejor si uno se echa unas risas mientras tanto. El giro estilístico, tan ajeno al mundo DC-Warner, ciertamente patente en películas como Guardianes de la galaxia (2014), Ant-Man (2015) y Spider-Man: Homecoming (2017), viene acompañado por la inteligente decisión de Kevin Feige de poner al cargo de las películas de la franquicia (sin reducir un ápice su control creativo) a realizadores curtidos en la comedia cinematográfica. James Gunn, antes de capitanear a Star-Lord & Co., se bañó en la comedia de terror (Slither, 2006) y en la sátira superheroica (Super, 2010); los hermanos Russo, que han saltado de la línea del Capi al crossover de Infinity War, estaban detrás de dos de las mejores comedias producidas en televisión: Arrested Development (2003) y Community (2009); el director del último Spider-Man, Jon Watts, tiene en su haber dos películas de género con unas dosis de humor macabro de lo más bruto: Clown (2014) y Coche policial(2015); y, bueno, detrás del guion de Ant-Man están tótems de la comedia moderna como Joe Wright, Adam McKay y Joe Cornish (aunque no sepamos con certeza que aportó cada uno a la cinta que acabó dirigiendo Peyton Reed). 
Así que sólo me queda aplaudir que para la tercera película del Dios del Trueno –tras la muy shakesperiana Thor (2011) y la buddy-dark-movie Thor: El mundo oscuro (2013)- Feige haya tomado la (arriesgada) decisión de poner a los mandos al realizador neozelandés Taika Waititi, autor de una de las mejores series (comedia musical) de los últimos años –Flight Of The Conchords (2007)- y firmante de esa barbaridad llamada Lo que hacemos en la sombras (2014), una de las más divertidas cult movies contemporáneas. Así, con un equilibrio de 75% comedia – 25% acción, Thor: Ragnarok es un nuevo hit del UCM. Fiel al revival de cine ochentero que llevamos tiempo viviendo, la película de Waititi es tan chula como desternillante: puro entertainment que no se encoge ante la desvergüenza –ese dictador al que da vida un autoparódico Jeff Goldblum- y que minimiza sus efectos dramáticos en aras a ganar velocidad y efectividad –casi todos los actos violentos de Hela (Cate Blanchett en modo Halloween) son breves, directos y efectivos-. Curiosamente, pese a tomar el nombre del histórico comic “El poderoso Thor: Ragnarok” de Roy Thomas y Len Wein, la película que sirve como prólogo más directo para las Guerras del Infinito, de donde realmente bebe es de uno de los mejores cómics del Marvel moderno: “Planet Hulk” de Greg Pak –de hecho la peor noticia que nos da Thor: Ragnarok es que los que soñábamos con una adaptación del mismo a modo de space opera con gladiadores ya no parece que se vaya a dar nunca-. Waititi (con ayuda de sus guionistas: Kyle, Yost y Pearson) plantea el film como una big band movie con un nuevo equipo de superhéroes formado por Thor, Loki (cómo mola Tom Hiddleston, haga lo que haga), Hulk (Mark Ruffalo) y Valkiria (Tessa Thompson) que, tras tratar de escapar del multicolor planeta Sakaar deberán tratar de detener a Hela en su afán de destruir Asgard (y, por extensión, el universo, que por algo es la Diosa de la Muerte). 
Con los sintetizadores apretando por todas las esquinas –y soltando desatado el “Immigrant Song” de Led Zeppelin en los momentos cumbres-, Thor y los suyos convierten la película en una pool party donde quién no se le pase bien es porque no quiere. Film equilibrado a la perfección –hay tanta sátira superheroica como ganas de seguir moviendo piezas clave en el UCM-, con grandes momentos para degustar con pasión –la pelea de Hulk con Thor es mejor que la de Hulk con Iron Man vista en La era de Ultrón (2015)- y algún que otro gesto dramático no exento de lírica, Thor: Ragnarok me ha encantado. Que aprendan los demás. 
A favor: Korg. 
En contra: Sorprende la facilidad con la que se deshacen de algunos personajes y ¿dónde está Sif?

SINOPSIS

Todos los públicos
La batalla de los sexos fue el nombre que se dio al partido de tenis celebrado en 1973 entre Billie Jean King (Emma Stone) y Bobby Riggs (Steve Carell). Convencido de que podría ganar a cualquier mujer, a sus 55 años, el ex campeón Bobby Riggs, retó la joven promesa Billie Jean King, de 29, a un duelo que determinaría el 'género superior'. En aquel momento histórico, la exitosa deportista era una defensora acérrima de los derechos de la mujer y justo antes de este evento se había negado a participar en un torneo en donde el ganador hombre recibía un premio monetario ocho veces mayor que el otorgado a la ganadora. La batalla de los sexos se convirtió en uno de los eventos deportivos televisados con más audiencia de todos los tiempos. Además, este partido desencadenó muchos debates sobre la igualdad de género y el movimiento feminista.

Jonathan Dayton y Valerie Faris, los directores de Pequeña Miss Sunshine (2006), dirigen este filme basado en hechos reales. Sus protagonistas son Emma Stone (La ciudad de las estrellas - La La Land, Irrational Man) y Steve Carell (Café Society, La gran apuesta). Completan el reparto Sarah Silverman (Masters of Sex), Bill Pullman (Independence Day: Contraataque) y Elisabeth Shue (La casa al final de la calle).
En los tiempos que vivimos es prácticamente imposible abordar un film como La batalla de los sexos desde un punto de vista exclusivamente cinematográfico, si consideramos exclusivamente como cinematográfico lo relativo a una cuidada puesta en escena, un estupendo reparto y un incisivo guión. Todo esto lo tiene, y a manos llenas, la nueva película de Jonathan Dayton y Valerie Faris, pero su validez como objeto cultural va más allá de lo primorosamente manufacturado. Así que sí, va a haber que ir considerándola desde ya, y pese a quien pese, como una de esas películas que llaman ‘necesarias’. 
Y no por una cuestión política; a fin de cuentas, el material de partida tiene bastantes limitaciones, y quien quiera encontrar un ensayo sobre feminismo sesudo, documentado y revelador pues… mejor que se vuelva a ver Mad Max. Furia en la carretera, y vibre. La batalla de los sexos, anacrónica desde el propio título, tiene sin embargo más validez ideológica y narrativa que, por ejemplo, la apuesta de idéntico cariz del año pasado, cuando Figuras ocultas alardeó del mismo paternalismo que el guión de Simon Beaufoy esquiva tan habilidosamente. Porque a dicho libreto le basta con ser de lo más efectivo en su función primordial, que no es otra que la balsámica. 
Anunciar una obra como feminista en los tiempos de Donald Trump y la sucesión de escándalos sexuales que sacude Hollywood suponía una gran responsabilidad, que Dayton y Faris sortean limitando sus preocupaciones a contar de la mejor manera posible esa anécdota extraordinaria que atañía a los tenistas Billie Jean King (Emma Stone) y Bobby Riggs (Steve Carell), contrincantes en una disputa que en 1973 aglutinó machismo, paridad, homosexualidad y sororidad. Los directores de Pequeña Miss Sunshine no han querido resolverla dejándose cosas en el tintero, y es por ello que a la película hay quien la ha acusado de confusa, cuando lo cierto es que en ella lo único confuso son los personajes. 

Esa Billie Jean superada por el papel histórico que le ha tocado jugar y la asunción de su sexualidad, ese Bobby al que ni las más gruesas payasadas consiguen disimularle la tristeza, ese marido (Autin Stowell) que sabrá que lo más importante es el tenis aun con su matrimonio a punto de resquebrajarse… El film respira a través de sus personajes, y la realización se pliega dócilmente a ellos regalándoles escenas portentosas como ese corte de pelo íntimo y sensual, esas llamadas de teléfono a mitad de la noche, o ese momento en los vestuarios en los que Billie desahoga toda su presión. 
Gracias a todo esto, La batalla de los sexos trasciende su condición de feel good movie a base de abrazarla sin contemplaciones, con todos y cada uno de sus mecanismos montados para que el público sonría, trague saliva y al final llore sin saber muy bien por qué. Quizá, simplemente, porque el cine a veces puede ser algo así, y puede asegurarnos que por mucha oscuridad que nos envuelva siempre habrá, o debería haber, una luz. De ahí, y no de otro sitio, viene la necesidad de La batalla de los sexos. 
A favor: Steve Carell está sensacional en el papel de este “cerdo machista”, sobre todo si suena George Harrison mientras hace como que entrena. 
En contra: El partido final está rodado con una pereza intolerable para lo que no deja de ser una película de deportes.

SINOPSIS

Todos los públicos


Nat Dayan (Jonathan Pryce) es un viejo panadero judío del este de Londres que se esfuerza por mantener la actividad de su tienda frente a la competencia de un supermercado cercano que llega incluso a quitarle a su único empleado. Sin mucho entusiasmo, Nat contrata como aprendiz a Ayyash (Jerome Holder), un joven inmigrante musulmán, que ocasionalmente es también vendedor de cannabis. La relación entre ambos no es fácil, hasta que un accidente fortuito hace reactivar el negocio. Y es que, al joven aprendiz se le cae marihuana en la masa del pan, lo que propicia un ascenso increíble en las ventas.

John Goldschmidt (World in Action) dirige esta comedia protagonizada por Jonathan Pryce (Piratas del Caribe: La maldición de la Perla Negra), Jerome Holder (Shank) y Phil Davis (Alien 3).

La mejor receta
Dos (religiones) en la cocina
por 











De extrañas parejas el cine está repleto, pero la formada por un anciano panadero judío y su jovenzuelo aprendiz musulmán, migrado de Darfur, mano a mano en la cocina de una panadería de ese Londres amenazado por la gentrificación galopante y por la ambición desbordada de las inmobiliarias tiene el suficiente encanto como para dejarse enredar en esta película con demasiados ingredientes no lo suficientemente bien amasados. La mejor receta tal vez no pueda presumir precisamente de ídem, al menos en lo que se refiere a trastocar los cimientos de la comedia intercultural británica actual, pero dejará una sonrisa en los espectadores con pocas ganas de exigencia

Jonathan Pryce (Juego de Tronos) cumple como el severo pero paternal panadero que acoge en su trabajo y luego en su casa al descarriado hijo de la empleada que limpia su local cada noche (Jerome Holder), y la buena química entre los actores es sin duda lo mejor de una función a la que apenas se le puede pedir mucho más. Porque en su batiburrillo de cinta stoner, trabajo que loa las bondades intergeneracionales e interculturales y ataque a la cada vez más desalmada urbe contemporánea, poco espacio deja para el músculo verdaderamente cómico, más allá de los clichés y el trazo gordo con el que está planteado el núcleo narrativo del trabajo. En suma, a John Goldschmidt le ha quedado una película de sobremesa más parecida a una sitcom de enredos de barrio, tan simpática como predecible, tan entrañable como olvidadiza. 
A favor: La estupenda (y edificante) relación entre la pareja protagonista. 
En contra: Que sus secundarios estén tan mal perfilados.

SINOPSIS

Película no recomendada a menores de 12 años.


Janina Duszejko (Agnieszka Mandat-Grabka) es una excéntrica ex ingeniera, astróloga y vegetariana que vive en un pequeño pueblo de la montaña en la frontera checo-polaca. Un día, sus amados perros desaparecen. Meses después, la mujer descubre el cadáver de su vecino, un cazador furtivo. La única pista es un rastro de huellas de corzo alrededor de su casa. Con el paso del tiempo, aparecen más muertes espeluznantes. Todas las víctimas son cazadores del pueblo. Duszejko tiene su propia teoría: los asesinatos los han cometido animales salvajes...

Spoor es una película dirigida por Agnieszka Holland (House of CardsThe Affair) y cuenta con un reparto formado por Marcin Bosak (In Darkness), Agnieszka Mandat-Grabka (El Papa Juan Pablo II), Wiktor Zborowski (Esterhazy), Jakub Gierszal (FinsterworldDrácula. La leyenda jamás contada), Miroslav Krobot (Alois Nebel), Tomasz Kot (Dioses) y Borys Szyc (Beyond the Steppes), entre otros.

 
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